A Gregor Clark, un escritor afincado en Estados Unidos, la pasión por los idiomas y el guto por lo desconocido le han llevado a docenas de países de los cinco continentes. Además, su ansia permanente por viajar ha hecho que visite los 50 estados de EE UU y casi todas las provincias canadienses, en innumerables viajes por carretera a través de su Norteamérica natal. Desde el 2000 colabora regularmente con las guías Lonely Planet, con un énfasis especial en Europa y América y títulos como Italia, Francia, Brasil, Costa Rica, Argentina y Uruguay, Portugal, y New England's Best Trips, y también libros ilustrados de gran formato como Food Trails, The USA Book y The LP Guide to the Middle of Nowhere.
La compañera de viaje perfecta para un viaje a la costa este de Estados Unidos
En un mundo cada vez más globalizado, no deja de resultar fascinante el hecho de poder encontrar tantos reductos de cultura únicos entre los 29 estados que conforman la costa este de EE UU. Y, la verdad sea dicha, cada uno de ellos podría constituir un país independiente: desde el microscópico Rhode Island, con sus sensuales puertos rebosantes de yates y sus campos de polo, a Luisiana, territorio de música cajún y de humedales repletos de cocodrilos. Entre medias, saldrán al paso del viajero los montes Apalaches, lagos inmensos e incontables kilómetros de litoral tachonados de playas de arena e islas cercanas, por no hablar de sus impresionantes urbes, donde parece que uno pueda pasar de un continente a otro con solo cambiar de barrio.
En un mundo cada vez más globalizado, no deja de resultar fascinante el hecho de poder encontrar tantos reductos de cultura únicos entre los 29 estados que conforman la costa este de EE UU. Y, la verdad sea dicha, cada uno de ellos podría constituir un país independiente: desde el microscópico Rhode Island, con sus sensuales puertos rebosantes de yates y sus campos de polo, a Luisiana, territorio de música cajún y de humedales repletos de cocodrilos. Entre medias, saldrán al paso del viajero los montes Apalaches, lagos inmensos e incontables kilómetros de litoral tachonados de playas de arena e islas cercanas, por no hablar de sus impresionantes urbes, donde parece que uno pueda pasar de un continente a otro con solo cambiar de barrio.