En la relación con nuestros hijos e hijas, ponemos a prueba nuestra capacidad para escuchar, dar apoyo, tener paciencia o mantener el control. Pero sobre todo asumimos el reto de aceptar que los niños son seres independientes que no han venido al mundo para hacernos felices, complacernos o enorgullecernos, sino que necesitan que los acompañemos en el aprendizaje de las emociones, los límites, las frustraciones y un largo etcétera que constituye el eje central del que se ocupa este extraordinario libro.
Partiendo de la certeza de que no existen madres o padres perfectos, la experta en crianza Einat Nathan nos brinda valiosas recomendaciones y consejos para que aprendamos a confiar en nuestros hijos y, por tanto, logren afrontar los contratiempos de la vida. Una obra que promueve un enfoque amable de la crianza sin olvidar el bienestar emocional de quienes participan en este proceso día a día.
«Uno de los desafíos más arduos de la crianza es enfrentarnos a la pérdida de control: sobre nuestro tiempo, sobre las horas de sueño, sobre lo que aspiramos a ser y sobre lo que queremos que nuestros hijos sean. Cuando la ansiedad tiene vida propia, lo que hacemos dominados por ella no favorece a los niños o las niñas. En nombre de la preocupación, los privamos del fracaso, les hacemos los deberes, los cambiamos a una guardería con un cuidador más simpático, les acercamos el juguete que no pueden alcanzar cuando están aprendiendo a gatear y hablamos por ellos cuando aún les cuesta hacerse entender.
La preocupación no lleva necesariamente a la acción. Es un sentimiento doloroso e innecesario. Cuando les metemos el bocadillo en la mochila, los llevamos al médico o los recogemos a la hora, los estamos cuidando. Y eso no es lo mismo que preocuparse. Hay que liberarse de la ansiedad que nos lleva a hacer cosas en lugar de ellos, a quitarles los obstáculos del camino o a empujarlos en una dirección que solo nos sirve de algo a nosotros y a nuestro orgullo como progenitores.»
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